Por Iñakapalla Chávez Bermúdez
Investigadora social y gestora cultural, nacida en Cusco
Nuestro país posee un pasado milenario que abarca una sucesión de culturas pre incas, cuyos vestigios arqueológicos siguen siendo descubiertos y con ellos se tienen nuevos acápites de la historia nacional. Hace tan sólo 24 años, en el año 1996, Ruth Shady, arqueóloga peruana, realizó las primeras excavaciones arqueológicas que dieron a conocer la civilización de Caral (ubicada en los Valles de Supe en el departamento de Lima), considerada la cultura más antigua de Latinoamérica (5000 A. C) y no sólo eso, en el año 2016 se tuvo un gran hallazgo: la «Dama de los Cuatro Tupus», confirmando la importancia de la mujer en las sociedades preincas.
A lo largo de la historia, sus protagonistas han dejado testimonios para trascender a través del tiempo y no ser olvidadas u olvidados. De esta forma, la mayor parte de tradiciones, mitos y creencias de las diferentes culturas del actual territorio peruano quedaron plasmados en sus representaciones artísticas. Una de ellas fue el tejido, elaborado por las mujeres (en su mayoría) por ser consideradas como “guardianas de la memoria”. Los tejidos tenían un gran significado cultural, social y artístico que nos dan la oportunidad de comprender aquel pasado que se fue tejiendo, en sentido metafórico a través de la trama y urdimbre de las pobladoras y pobladores del antiguo Perú como los Nazca, Paracas, Mochicas, Tiawanaku, por citar algunas de las culturas que se dieron en el territorio actual peruano.
Pero esta historia “oficial” (la que está escrita) se ha contado una sola versión: la masculina, invisibilizando a las mujeres de los diversos procesos sociales, culturales, políticos y económicos de la sociedad peruana.
La historiadora autodidacta, peruano- polaca, María Rostworosky (1988), refirió que, para conocer el status femenino, se debía analizar los mitos y los cambios en la condición de las mujeres a lo largo de la historia (Pág. 4). Y si nos ceñimos a esta afirmación, podríamos corroborarla con algunos datos del siglo XX. Por ejemplo, el Perú fue uno de los últimos países a nivel latinoamericano en aprobar el derecho al sufragio femenino (1955).
¿De qué manera una versión de la historia nacional “sin ellas” puede influir en la historia personal de las peruanas contemporáneas?
Para responder este cuestionamiento, narraré mi experiencia. Hace aproximadamente 25 años, mi hermana y yo, éramos niñas de 8 y 10 años, respectivamente. Asistíamos a un colegio público de la ciudad de Cusco y en la clase de Ciencias Histórico Sociales, repetíamos -de memoria- los nombres de los catorce gobernantes incas: “Manco Qapaq, Sinchi Roca, Lloque Yupanqui, Mayta Qapaq, Qapaq Yupanqui, Inca Roca, Yawar Huaca. Wiracocha, Pachacuteq Inca Yupanqui, Amaru Inca Yupanqui, Tupac Inca Yupanqui, Huayna Qapaq, Huascar y Atahuallpa”.
A veces, nos quedábamos “sin aire” al intentar decir todos los nombres sin marcar una pausa. Pero no éramos las únicas, intentando esta tarea de trabalenguas histórico, todas las niñas y niños, debíamos aprender los nombres de estos hombres valerosos, protagonistas de la historia inca “oficial”. Por eso, pensábamos que los incas eran solo ellos, aunque de vez en cuando escuchamos de Mama Oqllo, como la esposa de Manco Qapaq y las aqllas como las “otras esposas del inca”. Esa fue la primera idea que tuvimos acerca de las mujeres en la historia, de acuerdo a la versión de las instituciones educativas de nuestra generación y las anteriores. Quizás mi madre y sus hermanas también tuvieron que repetir mil veces los nombres de los catorce incas hasta que se les agote el aire, como a nosotras en los últimos años del siglo XX.
Cuando tuve 12 años (la edad actual de mi hija, Inkill), inauguraron el paseo de los héroes, ubicado en la Av. Pardo, de la ciudad de Cusco. Allí estaban representados (para la inmortalidad), los hombres más importantes de la historia nacional: Miguel Grau, José Abelardo Quiñones, Alfonso Ugarte, entre otros. El día de la inauguración cerraron todas las calles del centro de la ciudad. Mi mamá, mi hermana y yo, aquel mismo día habíamos planeado ir de visita al Museo Inca, ubicado en la Cuesta del Almirante (próximo a la plaza de Armas). Debido a la ceremonia oficial, tuvimos que desplazarnos caminando desde el Ovalo de Pachacuteq (otro personaje histórico masculino representado muchas veces en Cusco) hasta la Plaza de Armas, donde nos detuvimos para descansar, mirando la pileta que tenía en medio a uno de los incas que mencioné antes: Manco Qapaq. De repente mi hermana dijo: “Todos los héroes son hombres ¿no?”. Mi madre quedó en silencio por un momento y nos dijo que tenía una sorpresa para nosotras, cuando lleguemos al Museo.
En el Museo Inca, recorrimos por todas las salas y quedamos asombradas por toda la historia y la gran estética que esas piezas contenían, como vestigios de las distintas culturas pre incas peruanas.
En una de estas salas, encontramos un k´ero de 35 cm que graficaba la historia de Chañan Qoriqoka, mujer líder de los ayllus de Choco- Cachona, que defendió al ejército inca de la invasión chanka, otra cultura paralela cronológicamente a los incas.
Los chancas, en uno de sus intentos por invadir el Cusco, mataron a una gran cantidad de pobladores incas. Chañan Qoriqoka, al ver que el ejército inca iba perdiendo, tomó entre sus manos a uno de los chancas, le abrió el pecho y le sacó el bofe para luego soplarlo, haciendo retumbar con ese sonido toda la zona donde se producía la gresca. Los chancas, al ver a esta mujer ensangrentada, huyeron porque creyeron correr el mismo destino. Esta historia fue tan impresionante, que nombré a Chañan Qoriqoka como mi primera heroína peruana. (1)
Representación de la imagen de Chañan Qoriqoka, con la participación de la actriz cusqueña Luz Sánchez. Fotografía: James Aragón Carrasco.
Las mujeres incas no solo fueron aqllas, eximias tejedoras o especialistas en la elaboración de la chicha sagrada, sino también participaron de la defensa de su pueblo.
De acuerdo a la explicación de mi madre, basada en la información de su maestra Rostworosky, las Panakas, eran grupos de familias lideradas por mujeres, quienes tomaban decisiones a nivel político, social y económico. El término “panaka” deviene de la voz quechua “Panay” -hermana de él-. Las panakas cumplieron una labor importante dentro de la sociedad inca, dentro de ellas también se daba la formación e instrucción necesaria a los hijos e hijas, tal como mi hermana y yo recibimos esta información, en una “panaka contemporánea” no necesariamente en el colegio.
Al ingresar a la secundaria, estudiamos brevemente a Micaela Bastidas y Tomasa T´ito Condemayta, dos mujeres valientes que lucharon a la par que Tupac Amaru contra los españoles, marcando el camino hacia la descolonización. Durante la rebelión, Micaela Bastidas y Tomasa Tito entablaron una serie de correspondencias escritas, a través de las cuales coordinaban las diversas estrategias al mismo nivel, no existía subordinación, por parte de Micaela Bastidas o Tupac Amaru.
En el caso de Tomasa T´ito Condemayta, cacica de Accos, tuvo una gran participación en este episodio libertario, que fue silenciado en estos doscientos años. La batalla de Pillpinto marcó un hito importante en este proceso, el día 26 de noviembre de 1780, un ejército español pretendía ingresar por el Puente de Pillpinto (ubicado en la actual provincia de Paruro). Tomasa Tito, al verse sin ejército (porque continuamente enviaba refuerzos a Tungasuca), organiza un nuevo ejército conformado por mujeres, niños y ancianos de la zona, armados con huaracas, palos, y herramientas agrícolas como la chaquitaqlla, haciendo que los españoles retrocedan. Este hecho fue considerado como una especie de brujería de los Andes por parte de los españoles, porque en su mentalidad no explicaban cómo habían sido derrotados por un grupo de mujeres y unos cuantos ancianos, niños y niñas. Debido a su carácter impetuoso, los españoles consideraron que la cacica de Accos era muy peligrosa.
Las mujeres, a lo largo de la versión histórica colonial han querido ser invisibilizadas y uno de esos factores de omisión y sojuzgamiento ha sido la religión católica que las relacionó con la sumisión, el pecado y la brujería, generando un sentimiento de inferioridad social femenino en los últimos quinientos años.
Y bueno, a medida que fui creciendo, descubrí otras mujeres grandiosas que contribuyeron al desarrollo del país como Trinidad Enríquez, Clorinda Matto, Blanca Varela, Chabuca Granda, Julia Codesido, Maria Rostworosky, Maria Reiche, Tilsa Tsuchiya, Claudia Llosa, Nora de Izcue, Lucha Reyes, Ruth Shady así como tantas otras que tejieron y escribieron parte de la historia con sus vidas, dejando un testimonio que trasciende en el tiempo y nos hace reinventar la imagen y el rol femenino que ejercieron en la historia nacional.
Este año -2021- se conmemora los 200 años de independencia nacional, un motivo para repensar nuestra historia. Las mujeres peruanas han contribuido enormemente al país y lo seguimos haciendo. Es muy importante conocer la historia desde todas las aristas, para tener una mejor perspectiva del presente y una visión de futuro, proyectada en las siguientes generaciones.
(1) NOTA: Considero importante que se puedan realizar representaciones sociales artísticas de las mujeres que fueron parte de la historia peruana para consolidar la autoestima de las niñas, porque la historia está conformada tanto por ellos como por ellas.
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